Encuentro saludable el hallarme solo la mayor parte del tiempo. Estar en compañía, aunque sea la mejor, se convierte pronto en fuente de cansancio y disipación. Me encanta estar solo. Nunca encontré una compañía tan compañera como la soledad. Casi siempre solemos estar más solos cuando estamos entre los hombres que cuando nos quedamos en nuestras habitaciones. Un hombre que piensa o trabaja está siempre solo, encuéntrese donde se encuentre. La soledad no se mide por las millas espaciales que separan a un hombre de sus semejantes.
[…]
Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar solo los hechos esenciales de la vida, y ver si no podía aprender lo que ella tenia que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido.Henry D. Thoreau, Walden. La vida en los bosques.
Aunque el título podría aludir a un modo de vida francamente menos agradable, que parece ser el que la clase política y sus tecnócratas tienen destinada a los españolitos que no puedan pagar su hipoteca y vean embargada su vivienda y perdido su hogar, lo cierto es que en el Día Internacional de la Biodiversidad y como regreso al blog después de mucho tiempo sin escribir (y que os debía a quienes os preguntabais por mis veladas alusiones a cierto parque en Twitter), no tengo pensada una entrada en modo alguno triste, o eso espero.
Ha transcurrido casi un mes y medio desde que escribí por última vez algo por aquí, y en aquella ocasión simplemente dejé un aviso sobre el curso de rastreo que estaba preparando mi buen amigo Alberto y que, así entre nosotros, estuvo genial. De hecho, si os pica la curiosidad, es posible leer algo más sobre el mismo en el artículo que le dedicó el diario Ideal de Granada y el reportaje que publicaron en su revista sobre naturaleza Waste Magazine.
A lo largo de este tiempo he pensado en numerosas ocasiones que tenía que contar algo; sobre lo que vi en algún viaje a Córdoba, acerca de las últimas noticias que nos avasallan día a día o respecto a alguna ocurrencia de las mías como trotalomas y un poco trotamundos. Pero finalmente no lo he hecho dejándome llevar, tal vez, por el hastío que se ha ido apoderando de mí últimamente hasta abarcar prácticamente cualquier parcela de mi vida. No sé cuál es el origen, si bien intuyo un par de fuentes posibles, y solo sé que únicamente consigo sentirme bien cuando logro desconectar de mis obligaciones; de Internet, de los ordenadores, de los libros de estudio. Lo consigo cuando salgo al campo y “pierdo” el tiempo mirando cómo transportan comida unas hormigas, me encuentro fortuitamente ante una culebra de escalera que parece querer hipnotizarme con su mirada o estoy, simplemente, en casa tranquilo con mi Azote, volviendo a descubrir el sonido de la risa.
Sea como fuere, no me gusta esta sensación. Solo respiro tranquilo a lo largo del día cuando logro sentir que el tiempo se escurre entre mis dedos en tanto logro fijarlo en instantáneas que me permiten evocar el sueño de ser naturalista.
Últimamente me echo al monte cada mediodía. Al parque realmente, he ahí el título de la entrada, y almuerzo entre árboles, disfrutando de las evoluciones de los pájaros entre el rítmico balanceo de las ramas movidas por el viento, solo con mis pensamientos, con un libro (ahora, casualmente, Walden Dos, que está empezando a crearme la necesidad de releer el libro de Thoreau) o con mis queridos odonatos que acudo a contemplar a un estanque cercano siempre que puedo.
Finalmente la entrada no sé si transmite tristeza, pero sí que me da la sensación que resulta melancólica. No sé cuándo volveré a escribir (tenemos los exámenes a la vuelta de la esquina y lo cierto es que no estoy contento con lo que llevo estudiado ni con lo que he aprendido este año, así que me asaltan continuamente las ganas de dejarlo todo para septiembre y estudiar en verano, tal y como se merece lo que tengo entre manos, si bien esto supondría robar tiempo a lo que quería adelantar para el año próximo) y, si bien no creo que el blog merezca este silencio continuado, tampoco estoy seguro de que estas idas y vueltas esporádicas —sin mucho donde rascar más allá del mero ejercicio de reflexión, de pensar ante el teclado— le ayuden demasiado.
De cualquier forma, espero que os gusten las fotografías que acompañan a esta entrada. Sin ser realmente buenas, creo que a muchos os resultarán más ilustrativas que mis palabras a la hora de comprender qué diablos hace un informático cuando tuitea a la hora de comer aquello de «acaba de alzarse un alcaraván desde debajo de un algarrobo cercano…».
¡Salud!
¡Cómo entiendo esa sensación!
El contacto con la naturaleza resulta apremiante en los tiempos que corren. Se me antoja pensar que, tal y como se encuentra el mundo que nos rodea, aquellos que necesitamos armonía todavía ansiamos más de ella, lo que conduce a acudir a esos lugares donde se encuentra la verdadera vida, lo real, lo honesto, lo más hermoso; y reconocerse ciudadano de un planeta maltratado e ignorado por muchos.
¿Melancolía? Quizás las dosis de realismo hacen que, de cuando en vez, a uno le entre una extraña fatiga para seguir batallando con el paso de los años.
Pero como todo es cíclico, bien lo sabe Gea, todo pasa y todo queda.
Así que ánimo, sosiego y todo mi apoyo. Aún nos queda primavera.
Un abrazo
Muchas gracias por tus palabras, Silvia. 🙂
La verdad es que sí, no sé si esa búsqueda de la soledad es una vía de escape o una forma de encuentro con la realidad que deberíamos vivir y no esa cosa que nos quieren hacer creer que es real. Como dice esa canción de Los Suaves,
«Desconfía de quien te diga
«amigo, la vida es así»
porque así no es la vida,
ellos hacen que sea así.
Si quieres ver quién te engaña,
enciende el televisor
y si ellos preguntan por mí,
tú di siempre que no estoy.
Y si ellos preguntan por mí,
diles siempre que no estoy».
Un abrazo.
Bueno esta primavera está resultando especialmente perniciosa a nivel asténico, a mi personalmente me entran ganas de tirarme en un lecho de hierba y no hacer otra cosa que dormitar bajo el sol sin pensar ni hacer nada, y haciendo un pequeño sondeo a mi alrededor veo que es generalizado, así que también puede ser eso.
La soledad es una gran compañera y tus citas me gustan, claro que en el fondo creo que los grandes misántropos en realidad gustan tanto de la gente y la viven con tanta intensidad que necesitan administrársela en pequeñas cantidades y si se descuidan sufren sobredosis.
A cada cual el mundo le habla con un lenguaje y es fabuloso tener eso, creo que deberías disfrutarlo como un don sin preguntarte tanto porqué lo haces.
[…] pretexto, con una galería de fotos de lo que he ido viendo a lo largo de la semana en paseos o en esos pequeños momentos de descanso que me estoy dando durante la hora del almuerzo. No serán gran cosa, no descubriremos […]
[…] uno de los padres del movimiento conservacionista del que algo cité no hace demasiado tiempo por aquí, y de su visión del trabajo hace ya […]