Hay pocas cosas más agradables que compartir un buen café y conversación con un amigo (tal vez se le podría equiparar disfrutar de una caliente taza de té y una buena lectura, aunque para un Homo libris podría considerarse casi, casi, lo mismo), de modo que cuando el otro día Alberto y yo compartíamos anécdotas y detalles de nuestras últimas andanzas me encontraba disfrutando de lo lindo. Llegado un determinado momento me comentó una situación un tanto peculiar que despertó mi curiosidad. Permitidme contárosla.
Mi amigo había salido al campo con un conocido suyo, a disfrutar de nuestra querida Vega de Granada y a visitar, de paso, una zorrera ocupada que no resultó tal. Al echar un vistazo al entorno y ver las huellas que entraban y salían de la oquedad quedó claro que sus ocupantes no eran rojizos raposos sino listados tejones. Al hacerlo notar Alberto, su acompañante realizó un curioso comentario que fue el que me trasladó aquel, despertando así mi curiosidad: “¿Pero son tejones de garra o de pezuña? Porque los de pezuña son buenos de comer”. Mi buen amigo se quedó extrañado ante la pregunta, pues resulta obvio que el huidizo mustélido está más que bien dotado de poderosas zarpas que le permiten horadar el suelo construyendo así amplias tejoneras en las que acomodarse.
Aunque ese momento insté a Alberto a buscar respuesta en un libro de criptozoología, lo cierto es que ambos quedamos pensativos tras las primeras risas: a los dos nos resultaba curiosamente familiar la pregunta. Ambos creíamos haber oído hablar con anterioridad del misterioso “tejón de pezuña”. La cosa quedó así, pero cuando volví a casa de mis padres le pregunté al mío por este curioso ser. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me respondió que, aunque él obviamente nunca había visto uno, desde que era pequeño había oído la expresión: “mejor que el de uña es el tejón de pezuña”. La situación clamaba al cielo ya que el tejón es probablemente el mustélido cuyo rastro es más fácil de reconocer gracias a la disposición de sus huellas: semiplantígrado y dotado de fuertes uñas, su planta es almohadillada y en nada se parecen a una pezuña.
Así estaban las cosas cuando pensé en investigar un poco sobre este misterio. A la espera de poder hablar con gente mayor de los pueblos de la Vega, he indagado un poco por Internet y me he encontrado con algo que tal vez no tenga mucho que ver, pero que resulta ciertamente interesante. Por un lado, existen referencias al consumo de tejón (o a la inconveniencia de este) en los libros sagrados del cristianismo y el judaísmo. Así, el Levítico habla de esta manera:
De entre los animales terrestres podréis comer estos: cualquier animal de pezuña partida, hendida en mitades y que rumia. Pero entre los que rumian o tienen pezuña hendida, no comeréis: el camello, pues aunque rumia no tiene partida la pezuña; será impuro para vosotros; ni el tejón porque rumia, pero no tiene partida la pezuña; será impuro para vosotros; ni la liebre porque rumia, pero no tiene la pezuña partida; será impura para vosotros; ni el cerdo, pues aunque tiene la pezuña partida, hendida en mitades, no rumia; será impuro para vosotros. No comeréis su carne ni tocaréis sus cadáveres; serán impuros para vosotros. De los animales acuáticos, de mar o de río podéis comer los que tienen escamas y aletas. Y todo reptil o animal acuático de los de mar o río que no tenga escamas y aletas tenedlo por inmundo, no lo comáis.
Resulta muy curioso que se hable del tejón como rumiante y de su “pezuña” no partida. Otro lugar donde pezuñas y tejones se dan la mano es en la literatura, en el Libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges. Allí aparece la Leucrocota, ser mitológico con “patas de ciervo, cuello, cola y pecho de león, cabeza de tejón, pezuñas partidas, boca hasta las orejas y un hueso continuo en lugar de dientes”, que “Habita en Etiopía” y “es fama que remeda con dulzura la voz humana”.
Ya que salió el tema de la criptozoología algo más arriba, según parece en el siglo XIX Charles Fort recopiló información sobre lo que se dio en llamar “El caso del demonio de Devonshire”. En la mañana del 8 de febrero de 1885 la nieve, que en aquel duro invierno había llegado a cubrir incluso las tierras de Cornualles, fue el molde en que quedaron plasmadas las huellas de un misterioso ser. Tenían forma de U, como si se tratasen de pezuñas, medían unos diez centímetros de longitud por siete de anchura y se presentaban alineadas, separadas unos veinte centímetros y marcadas con toda claridad. Era, por hacernos a la idea, como si el animal tuviese una única pata y saltase sobre ella. Aunque fueron diversas las teorías presentadas (entre ellas, la presencia del maligno, de ahí el nombre de la leyenda), fue el paleontólogo Richard Owen el que hizo mención a un grupo de tejones como responsable de las huellas. La teoría no se sostuvo durante demasiado tiempo, pero entronca directamente con el tema que nos ocupa y resulta, no podemos negarlo, de lo más peculiar.
Respecto al “tejón de pezuña” tengo mi particular hipótesis; a ver qué os parece. El tejón tiene hábitos nocturnos, es un animal social y un omnívoro en toda regla: come desde raíces, plantas verdes, pequeños frutos o cereales hasta insectos, lombrices, pequeños mamíferos e incluso la miel que le da nombre en latín (Meles meles). Cuando entra en un maizal, por ejemplo, tumba las matas para alcanzar las panochas y devorarlas, y hoza el terreno buscando raíces y pequeños animalillos con los que alimentarse. Si uno de nuestros paisanos contemplase por la mañana algunos signos de la actividad noctámbula del tejón podría confundirla con la de otro animal de hábitos bastante similares pero que habría dejado la impronta de sus pezuñas en el barro. Efectivamente, se trataría del jabalí, y me pregunto si no será este nuestro particular “tejón de pezuña” que, además, “es más bueno de comer”.
He traído el tema al blog, de todos modos, porque me resulta de lo más llamativo. La fauna y los mitos populares han caminado en múltiples ocasiones de la mano. Qué decir de las lechuzas bebedoras de aceite en los cepillos de las iglesias, de los lobos como aliados del maligno y de las brujas o de la calvicie provocada por el escupitajo de la salamanquesa. Y también, por qué no, para preguntaros acerca del “tejón de pezuña” y si habéis oído hablar de él en alguna ocasión a vuestros mayores.
Créditos de las imágenes:
- La fotografía de la huella de tejón pertenece al blog Imágenes del Campo.
- El dibujo es una ilustración para El viento en los sauces, la maravillosa fábula de Kenneth Grahame.
Menos mal que solo expones,los contenidos de nuestras charlas tomando cafe y no bebiendo cerveza, sino el resultado sería más absurdo si cabe.;-p
Yo tambien he buscado, porque por extravangante que parezca, a ambos nos sonaba eso del tejon de pezuña..
Creo que el siguiente parrafo, desvela en parte este «misterio»;
«Tambien en italiano, en dialecto Luinese, diferencia dos variedades de tejón;el tass canin y el tass purscel, que podiamos traducir como tejón perruno y porcino.La diferencia estriba en la acomulación de grasas del animal, siendo el perruno el animal , sin apenas grasas y de pelo largo, y el porcino, el animal con grasa de cara al inverno y de pelo mas corto.También en León existe la diferencia entre el teixo y el porco teixo, este último se comia y se usaba para hacer una estupenda cecina .»
Un saludo
Jejeje… Esas conversaciones las mantengo y mantendré en la más estricta intimidad, tú descuida… Precisamente por escasa hay que mantener la poca dignidad que nos queda, jajajaja.
Bromas aparte, lo cierto es que el «misterio del tejón de pezuña» me pareció tan interesante que no pude contenerme y decidí traerlo al blog para ver qué nos cuentan nuestros compañeros naturalistas (y, como tengo el blog «conectado» con Facebook ahora dejaré por aquí unos comentarios que me han hecho llegar por allí).
El fragmento que traes es de lo más esclarecedor, así que he buscado la fuente para leerlo por completo. La dejo enlazada por si interesa a alguno de los lectores. Es más que probable que el origen del nombre esté donde comentas, en la acumulación de grasa de cara al invierno por parte de este animal, y lo cierto es que según parece está bastante extendido, por un lado por la cita que incluyes y, por otro, por el comentario que dejo a continuación (el que os comentaba de Facebook) de José Luis, profesor de zoología.
Al final el misterio va a quedar resuelto. ¿Qué nos deparará el próximo café, Alberto? 😀
Un abrazote.
Comentarios en Facebook a raíz de la nota asociada a esta entrada:
JLY: El jabalí, en efecto… 🙂
[…]
Lo del tejón de pezuña lo oí hace ya mucho, al pastor de Trillo. Pero vamos, hace algo así como 30 años. Desde entonces no he vuelto a oir hablar de ello.
Ayer a las 22:56
[…] iba solo, y en esta ocasión no seguíamos el rastro de tejón de pezuña alguno, así que fue Alberto quien descubrió esta singular joya alada. La jornada parecía querer […]
Hola, soy de Córdoba y he llegado al blog de casualidad, buscado precisamente el tema. Yo también he oido hablar a campesinos de la campiña de Córdoba sobre el tejón de pezuña, y sobre el «tejón hocico- perro», que es el que no se come (o sí, ya no lo recuerdo). Resulta sorprendente hablar con cazadores y gente de campo que se extraña cuando les aseguras que sólo hay una especie de tejón en la Península. Y gente que por supuesto sabe reconocer a un meloncillo, gineta o jabalí pequeño. Yo he pensado que puede deberse al dimorfismo sexual que presenta la especie… aunque claro está no estoy seguro. Un elemento más para criptozoología patria….
Muy buenas, Alimoche.
Bienvenido al blog y muchas gracias por comentar por aquí.
Me ha interesado muchísimo lo que nos cuentas, pues ya van siendo muchas las referencias en esta nuestra Península Ibérica a semejante espécimen. A ver si conseguimos alguna vez resolver el misterio, jejeje.
¡Saludos!
Alimoche, gracias por tu comentario.El misterio se extiende más alla de nuestra geografia. En Portugal, he conocido a gente que te jura y perjura, que hay dos, y que los ha visto. Lo acojonante de esto, es que esas mismas personas son capaces de diferenciarte un ratón de campo de uno moruno.
Lo último que he sabido sobre este tema es esto.
En la epoca de la hambre la gente no tenia nada que llevarse a la boca de tal forma que cuando cogian por banda a un tejon era para echarlo a la sarten.El tejon tiene unas glandulitas que le dan un sabor horrendo ,o eso cuentan los de antaño .De tal forma que la persona que cogia el tejon para comerlo decia que era tejon de pezuña o pezuña de tejon haciendo entender que tenia nariz y pezuña de marrano y que por tanto se comia,como justificandose por comerlo(por eso del sabor tan horrendo que debiera tener).
Ojalá que entre todos resolvamos el misterio.Sino siempre nos quedara Iker Jiménez
Muy buenas, Alberto.
Muchas gracias, como siempre, por tus comentarios aclaratorios, jejeje. Me ha encantado esta última versión que nos comentas sobre cómo se justificaría el comer el animal en periodos de hambruna ante los demás.
A ver si encontramos más versiones o detalles de estas historias, siempre tan interesantes. En tu blog, a buen seguro, descubriremos siempre muchas más. 😉
Un abrazo.
hola,como otros he llegado hasta aqui buscando in formacion de las distintas clases de tejon que existen.
por raro que parezca,he tenido la desgraciada oportunidad,y digo desgraciada,por que en ambos casos estaban muertos,los dos especinemes que he visto atropellados,pero intactos,y te puedo asegurar que uno tenia pezuñas con las uñas fuertes pero cortas,y el otro tenia unas autenticas garras de mas de 15 centimetros de color casi amarillento, que solo de verlas da miedo de lo que podria hacerle a una persona.
tambien decirte que el de garras es mas pequeño que el de pezuña,pero por bastante diferencia.
bueno esta es mi experiencia,.
saludos
hola amigos no he podido evitar comentar el tema yo tengo fotos del tejon con hocico de cerdo pero tiene garras me gustaria mostrarlas entar en mi facebook
zwinger encinomadas djt
Vuelvo años después a este artículo mío por una broma que acabo de hacer sobre el recurrente tejón de pezuña. Y al releerme y ver cómo proponía al jabalí como el verdadero rostro tras el tejón de pezuña me sorprendo al ver que no comenté la peculiaridad de que éste también es listado, como el tejón, al menos durante un corto periodo de la infancia: los pequeños jabalíes se conocen como rayones por las líneas longitudinales que presentan. Un paralelismo más con el simpático y escurridizo tejón…
En galicia hace unos años la gente del campo me habló de que habían dos tejones, el tejón normal que es autóctono, nocturno, grisáceo y pacífico y un tejón llegado de fuera, más grande, más rojizo, diurno, muy voraz y agresivo. Yo creo que este segundo tejón podría ser como esa gente conceptualizara al meloncillo, y que lo concibieran como introducido porque hasta hace unos años el meloncillo no había llegado a Galicia o no existían citas (tampoco es que existan muchas ahora). La gente que me lo contó negara que fuera una mangosta, insistían en que era como el tejón, más los atributos que ya te he contado, lo cuál me llevaba a pensar en el tejón americano, taxidea taxus (rojizo,diurno, voraz, más agresivo…) pero no creo ni siquiera que en España exista esa especie ni en cautividad.
Muy buenas, Pablo:
En primer lugar, quería agradecerte tu comentario. Me hace sentir que merece la pena volver al blog y darle un poco de vidilla. 🙂
Lo que me comentas es muy interesante, ya que el meloncillo también podría cuadrar con la descripción que comentas. Hace tiempo era menos conocido, existían menos citas aún y podría ser confundido por alguien con poco conocimiento de sus dimensiones y en un entorno donde no se tienen referencias de tamaño conocido. Sería como los casos de famosas «panteras» en libertad que han resultado ser gatos negros bastante bien criados.
El tejón americano sería bastante extraño, la verdad. Aunque ahora que lo mencionas, en tiempos más recientes podríamos tener hasta casos de mapaches confundidos con tejones, pese a sus notables diferencias. Aunque todo esto es elucubrar, lo cierto es que estos animales de leyenda son muy interesantes y las entradas sobre ellos nos dan pie a hablar de muchos temas interesantes: mitología, etnografía, leyendas y zoología. ¡Todo un placer! 🙂
Recibe un cordial saludo de este
Trotalomas