En los últimos días han surgido numerosas noticias aparentemente contradictorias en torno a la gestión medioambiental que se lleva a cabo en España. Por un lado, la visita del presidente Zapatero a Francia justo en el momento en que Sarkozy anunciaba la instauración de un nuevo impuesto en 2010, le ha hecho reflexionar en torno al mismo y parece ser que pretende que se llegue a implantar en España dentro de poco. El impuesto verde en cuestión gravará el uso de energías contaminantes (carbón, gas, petróleo), al estar vinculado al dióxido de carbono que se emite a la atmósfera como consecuencia del uso de dichas fuentes de energía, y dado que el presidente francés anuncia que promoverá una reducción de los impuestos sobre las rentas del trabajo, me parece que se trata de un interesante movimiento que pondrá en el candelero el debate en torno al uso de alternativas viables y respetuosas con el medio ambiente. En lo que no debe caerse es en justificar actitudes de “como pago, contamino”, ni en convertir la lucha contra el cambio climático y la contaminación ambiental en una excusa recaudatoria.
Otra noticia que acaba de aparecer en la prensa es la promesa de apoyo al sector de la minería que acaba de realizar Zapatero en Rodiezmo, apoyándose en las declaraciones de José Ángel Fernández Villa sobre la dependencia energética de España, y según la cual se compromete a fomentar el uso de fuentes de energías autóctonas como el carbón. Además de querer llevar a cabo medidas que pueden interferir en la propia gestión de las compañías energéticas, la presión, imposición o sugerencia va en un sentido contradictorio con lo expuesto en el párrafo anterior. En vez de incentivar el paso a las energías renovables se intenta fomentar el consumo de carbón. Claro, que esto se encuentra en consonancia con la modificación de la ley para permitir la instalación de centrales térmicas en las proximidades de las poblaciones, como ocurrió en la nueva central prevista para Málaga.
Así, mientras quienes gobiernan nuestras vidas hacen caso omiso a los estudios y recomendaciones de entidades como Greenpeace, que publicó recientemente el informe sobre el carbón en España, y alegan que mantener el uso de los combustibles fósiles es preferible a la implantación de nuevas centrales nucleares. Sin embargo, medidas como el cierre de la central de Garoña, uno de los objetivos del plan electoral del partido en el Gobierno, han sido sistemáticamente soslayadas. Después del controvertido debate sobre el destino de la central, que llevó a una moratoria en el cierre de la misma (y al incumplimiento de la promesa electoral), ahora la compañía encargada de la gestión de aquella, Nuclenor, ha planteado un recurso en la Audiencia Nacional para ampliar el plazo de cierre de 2013 a 2019, cumpliendo así con el refranero popular: “dadle la mano y os cogerán el brazo” o “más vale una vez colorado que ciento amarillo”.
Pero no hay drama. Mientras la vida transcurre dando pie a situaciones como las anteriormente descritas, Miguel Sebastián, ministro de Industria, Turismo y Comercio, apoya incondicionalmente al coche eléctrico como uno de los ejes principales del Pacto por la Energía que se desea promover desde el Gobierno. Me arrancó una sonrisa amarga verle en televisión, respondiendo a una periodista que le preguntaba sobre las implicaciones medioambientales de este tipo de coches. ¿La respuesta? Un evasivo “son el futuro” y “siempre es bueno si se apoya a las renovables”. Me sorprende que pretendan que con un mísero 8% de producción de energía basada en tecnologías poco contaminantes (pero sí impactantes con el medio, sobre esto hablaremos otro día) puedan pretender vendernos la moto (o el coche, en este caso), aunque sea eléctrica o híbrida. No llegaremos en el próximo año al 12% mínimo de uso de energías renovables que nos pedía Europa… pero sí parecemos pensar en que los coches podrán circular basándose principalmente en las mismas.
Por otro lado, tampoco se habla de las implicaciones medioambientales de la fabricación de vehículos, del incremento de infraestructuras viales (como la que está destrozando la Vega de Granada en la actualidad con su construcción, esquilmando los recursos de una de las mayores y más ricas vegas de aluvión del país) y la generación de residuos. Es lo que ocurre con las bombillas de bajo consumo; se habla de la importancia de usarlas (personalmente, las uso en casa desde hace años) y de prohibir la fabricación de las tradicionales, pero no se menciona su contenido en mercurio, ni la necesidad de llevarlas adecuadamente protegidas a los puntos limpios de nuestras ciudades, donde sean tratadas adecuadamente. Pero esto también será tema para otra conversación, y es que reinauguro el blog y me falta tiempo para hablar de todo.
Señores, mal va a irnos en el futuro si no pensamos en reducir antes que en buscar alternativas para seguir consumiendo. La única alternativa viable al sistema económico que se ha auto-colapsado llevándonos a una crisis mundial es la del decrecimiento. Vivir (y vivir mejor) con menos. Pero, ¿estamos dispuestos a ello?
Hola, compi.
Me parece que lo has clavado y estoy muy de acuerdo con lo que comentas. Me parecen lamentable la actual política energética del país.
España ya de por sí importaba mucha energía y ahora pretenden eliminar las centrales nucleares que, a mi título personal, tienen la mejor producción de energía/menor polución de las energías. Pues al contrario de Francia, nosotros las cerramos. ¿Será para comprarles más electricidad a cambio de algo que nos hayan dado en secreto? Todo puede ser posible.
Pero no se explica cómo con nuestra situación energética deplorable se incentive el coche eléctrico. Yo no sé si los de arriba saben de dónde proviene la electricidad en España y que se seguirá emitiendo lo mismo de las carreteras solo que en lugar de forma lineal en focos puntuales de las centrales térmicas. Así que, claro, han pensado que se tiene que acudir a los recursos endémicos del país alegando asuntos de «no depender energéticamente de nadie» y se señala el barato carbón(de pésima calidad en nuestro país) como solución. Y de nuevo no cumplimos con los cupos de la Estrategia Europea, de las energías renovables se presume pero no prosperan ni se invierte en investigación ni se desarrolla el proyecto Solar 3 tan hablado hace unos años, nada de nada, como el chiste de aquel paciente que le dice a su compañero ciego de hospital que ve un parque, niños sonrientes, cuando solo hay una mísera fachada de edificio. La cuestión se trata de engañarnos y escurrir el bulto a la española.
Otro asunto es el de las bolsas de plásticos, que hace 40 años las obligaron a utilizar a todo habitante y ahora nos consideran de viles personas. Señores, si antes se daban bolsas de papel y no tenías que pagar una bolsa con sobreprecio. No, pues ahora que te den bolsa es «malo» pero que tú la compres es bueno(sí, en los creadores de la iniciativa de publicidad Carrefour te dicen que no te dan bolsas pero si vas por la calle andando y te pasas por algo, para no llevarlo en las manos de mala manera, te dicen que compres una bolsa y, para mi sorpresa, se trata de una bolsa de plástico de normal con la publicidad de ellos «contribuyendo a la mejora del planeta» bla bla). Podrían repartir bolsas biodegradables de forma gratuita pero se escudan en la ventaja de 3.000millones de euros que se ahorrarán y en que la gente compre las bolsas con su publicidad. Otra vez, un negocio redondo para unos pocos. No me quiero imaginar en la frutería cuando en el carro de toda la vida tenga que introducir la fruta sin compartimentarla en bolsas.
Además, ¿por qué no se molestan también he quitar los plásticos de todos los productos alimentarios? Porque ahí pagan ellos y no el consumidor…
En fin, ya empiezo a dudar de todo, hasta del mismo Cambio Climático y espero que me saque de las dudas la investigación que estoy llevando a cabo a título personal.
No torturo más a la gente.
Un saludo.
Atentamente,
Jesús Díaz
Muy buenas, Jesús.
La verdad es que parece que aquí cogemos las ideas de uno u otro lado e intentamos aplicarlas sin demasiado criterio ni sentido. La dependencia energética de España es tremenda, y la implantación del coche eléctrico en nuestras carreteras sin medir las consecuencias que puede acarrear y sin contar con las infraestructuras necesarias puede ser un completo despropósito.
Respecto a las centrales nucleares, es cierto que hoy por hoy son las únicas que podrían acabar con esa dependencia energética con el exterior, pero por mi parte no comulgo demasiado con ellas. Aunque las emisiones a la atmósfera sean de vapor de agua, lo cierto es que en tanto no se sepa qué hacer con los residuos generados, seguirá siendo para mí la más contaminante. Eso sin contar con jueguecitos del tipo: “vamos a ver qué pasa si le damos una vueltecita más a la rueda”, tipo Chernóbil.
Con las bolsas de plástico, el juego que se han planteado es tal y como lo pintas. Hace años te envolvían la carne en papel de estraza y la gente (en aquella época, las mujeres indefectiblemente) iba a por el pan y la compra con bolsas de tela. Yo lo hacía, de niño, y no tenemos que irnos demasiados años atrás. Por eso, una vez que se nos crea la “necesidad”, se nos culpabiliza de habernos acomodado y de hacer uso de lo que la industria ha querido vendernos. Porque de eso se trata: de vender más. Como dices, sólo se retirarán (al menos de momento) las bolsas de plástico, cuando la ley habla de envases. No se preocupan de retirar los plásticos de todos los productos alimentarios, tal y como indicas, y eso es lo que realmente me resulta molesto. Como suele decirse, el ancho del embudo, siempre para los mismos.
En cuanto al cambio climático, ya hay teorías para todos los gustos. Entre el calentamiento global, el que queda enmascarado por el oscurecimiento global, y la politización del medio ambiente (que parece más un tema electoralista que científico en nuestros días), lo cierto es que dan ganas de apagar e irse. Pero no vamos a darles el gusto 😉
Ánimo con esa investigación, y gracias por tu enriquecedor comentario.
Un cordial saludo.
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